Segundo día en el mar Rojo
En este post te cuento las primeras impresiones y lo que te puedes encontrar si te interesa el pequeño paraíso que es Turtle Bay.

5-9-25
Después de una semana viviendo en Arabia Saudí, en el pequeño paraíso del proyecto The Red Sea (Red Sea Global), debo de empezar diciendo que todo ha sido más fácil de lo que cabía esperar. Aquí, aunque sea a toro pasado te cuento un poco lo que pude ver los primeros días.
Para concretar: estamos en Turtle Bay que es uno de los destinos dentro del proyecto The Red Sea de la empresa Red Sea Global (RSG). Está enfocado para el personal de los resorts de The Red Sea pero no solo.
Llevamos una semana en el país y lo cierto es que la barrera idiomática ha si poca. Aquí, en Turtle Bay, el inglés es lengua franca. Al fin y al cabo una de las poblaciones más numerosas aquí es la india, seguida de la paquistaní, la egipcia y la filipina, como en el conjunto del país.
La saudita suele ocupar puestos de responsabilidad moderada y alta sin dejar de mezclarse con el personal. Siempre dispuestos a echar una mano si te sientes perdido. Todos en general lo están y eso lo facilita mucho.
Los llamados «occidentales», signifique eso lo que signifique, somos principalmente estadounidenses, británicos y demás nacionalidades de origen anglosajón y españoles. Al fin y al cabo el colegio es internacional español.
El ambiente se mantiene formal y cordial, aunque rápidamente con la costumbre de saludar a los pasantes, uno va notando quién puede estar más abierto a una conversación en un tono más relajado.
La comida, eso sí, la que se sirve en la carpa para toda la población de Turtle Bay, es una mezcla donde predominan especias de todo tipo y currys de todos los colores. Ensaladas libanesas, hummus, «arroz árabe» y alguna caldereta filipina (esto es literal) así como una variedad de acompañamientos que permitan a los menos acostumbrados sentirse cómodos. Al final, todo el mundo acaba comiendo una mezcla colorida de platos en su mayoría deliciosos.
Yo, a pesar de ser un gran aficionado a los picantes y a todo tipo de especias, debo de reconocer que ya me he topado con alguna que otra sorpresa de impacto.
No, esas bolas negras mezcladas con el arroz no son ciruelas pasas ni nada que se le parezca.
El ramen coreano que puedes agenciarte en tu Tamimi de confianza SÍ pica.
Quien avisa no es traidor, y aquí no se andan con chiquitas…
En general el entorno es de trabajo rápido y las obras no paran del todo ni por la noche, pero pocos pasos están realmente cortados si no te dejas intimidar por las miradas curiosas. Al tercer día ya no seras el más nuevo del lugar y las miradas se habrán acostumbrado a tu presencia. Esto es como un pueblo, o una cuidad de quince minutos, aquí casi todo el mundo se ha visto antes y solo quieren saber «de quién eres». Y tranquilo, dormirás bien.
Llega la tarde.
Al caer el sol y tras las llamadas a la oración (anochece muy pronto), el pueblo se activa y la animación nocturna trae un ambiente de luces tenues, paseos entre amigos y charlas después de un caluroso día. Los foodtrucks son realmente buenos y te pueden animar la velada.
Si antes de eso te acercas al Beach Club, te encontraras un imponente atardecer.
Un sol inmenso descendiendo sobre el Mar Rojo, palmeras convirtíendose en grúas en la lejanía. Puede que ahí te impacte la realidad de que todas las emociones del día han tenido por decorado un oasis en Arabia.
Realmente impresionante y todavía no habéis visto la playa.
